María Victoria Molina. Abarán y Cieza

Abr 15, 2022 | Paisanajes

Carmen Díaz-Beyá

Carmen Díaz-Beyá

15 de abril de 2022

Según la RAE, el “paisanaje” se refiere al conjunto de paisanos o personas que han nacido en un mismo lugar. Sin embargo, mi querido e inmortal José Antonio Labordeta, le añade algo a este concepto que va más allá de la propia ubicación: “Somos los paisajes que hemos vivido”.

En un paisaje, podemos encontrar tantos detalles, tantos aromas, tantas voces y tantos matices de colores, como estemos dispuestos a ver. Todo ello o una parte, se quedará dentro de nosotros hasta el punto en que llegará a confundirse quién forma parte de quién: si la persona del paisaje, o el paisaje de la persona. O mejor: si ese paisaje y esa persona, se han hecho uno, junto al resto de paisanos.

Estreno esta parte de mi blog con una “mujer semilla”, como ella misma denomina a un carácter de mujer que habita los campos. La relación de María Victoria Molina con la tierra, es una relación que va más allá del trabajo, llegando a ser una lucha personal, una reivindicación por la igualdad de oportunidades laborales en estos recónditos parajes de la huerta de Murcia.

Victoria, después de haber sido peón agrícola y haber aprendido todo lo que podía en el campo o como ella misma expresa, “le dejaban” aprender, decidió hace años tras una buena oportunidad de compra, coger las riendas de 3 hectáreas de cultivo de frutales de hueso, convirtiéndose ella misma en empresaria. Es decir, decidió ponerse al otro lado y ponerse también a prueba para comprobar que, efectivamente, se puede dirigir la labor agrícola sin perder los valores como activista en pro de la igualdad de oportunidades y sin dejar de ser feminista hasta la médula.

Victoria comienza su vida laboral con 12 años en su pueblo, Abarán, en tareas relacionadas con el campo. Desde entonces compaginará el trabajo en un almacén de fruta, con sus estudios.

Después de estudiar bachiller, se convierte en delineante, pero es en ese momento cuando empieza a darse cuenta de que algo no va bien con su vista. Le detectan entonces una miopía degenerativa con más de 20 dioptrías, que la obligan a centrarse en las tareas del campo, lugar donde no tiene que forzar tanto la vista. Así si es que, con 20 años y sin otro remedio, comienza a trabajar para otros en el campo.

Es allí donde toma conciencia de lo duro que es el trabajo como peón agrícola, especialmente para las mujeres

A mí siempre me ha gustado aprender y en el campo más, porque descubrí que me gustaba. Quería aprender a podar y no me dejaban, como mujer en aquella época no me lo permitían. Yo aprendí pidiéndole favores a mis compañeros, para que me enseñaran…Luego cuando aprendí y quise evolucionar, ser más que peón, me pusieron muchas trabas y eso que sabía hacer lo mismo que otros hombres.  

Esta es solo una de las tantas anécdotas que ha vivido Victoria trabajando por cuenta ajena e intentando ganarse la vida en el campo

Estando en el mismo nivel que otros compañeros, a mí me pagaban 3 euros menos y cuando exigí que me pagaran igual que a un hombre porque estaba haciendo el mismo trabajo, me echaron de varias empresas.

En 2007 a ella y a su pareja, les surge la oportunidad de comprar una finca en el vecino pueblo de Cieza y a por ello se lanzan. Se da de alta entonces como autónoma y empieza su aventura como empresaria.

A la pregunta de que qué tal se ve el panorama desde el otro lado, me contesta,

-En el campo da igual ser profesional trabajadora por cuenta ajena o ser autónoma y empresaria. Al ser mujer, no creen en ti. Si lo piensas, somos muy pocas mujeres las que tenemos una titularidad de nuestra propia explotación. Nuestra capacidad, siempre está puesta en duda.

Me llama la atención que con todo el movimiento feminista que ha habido estos años, no se haya notado nada en el campo, pero Victoria me habla de un problema que surge en la propia base de las mujeres con las que ha trabajado en labores agrícolas

-Siempre he notado falta de unión. Cuando yo he denunciado por cobrar menos que los hombres y decía al resto de mujeres que nos uniéramos para pedir lo que es justo, tenían miedo y no lo hacían. Falta mucha concienciación entre las mujeres, al menos aquí en la Región. Más autoafirmación. Hablo con mujeres rurales de otras zonas, por ejemplo, de Galicia y por allí van a años luz de nosotras, es que ni se lo creen cuando les cuento cómo estamos por aquí.

Trabajadora por cuenta ajena, autónoma, experiencia en política local, activista… Nuestra “mujer semilla” lleva a sus espaldas muchas luchas, mucho rechazo, muchas decepciones, a veces no es fácil vivir en un pueblo pequeño, me dice con pesar, pero tiene claro lo que quiere y ahí que va a seguir.

Además del apoyo de familiares y de amigos, suele encontrarse con personas o anécdotas espontáneas en el camino, que le dan aliento para seguir adelante. Por ejemplo, cuando desde la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, le otorgaron uno de los premios como Mujer Emprendedora en 2019 o cuando desde la Universidad Complutense de Madrid, la invitaron a dar una sesión dentro de un programa de estudios de máster, sobre discriminación social en distintos ámbitos. Son ya varios años en los que participa en estas sesiones y está encantada pues allí puede exponer todo su conocimiento de lo que pasa en el terreno agrario, especialmente a las mujeres.

Pero aún no he nombrado su gran afición, la poesía. Y precisamente de aquí viene el que yo la llame “mujer semilla”, pues es el título de uno de sus poemas:

Mujer de sol y agua,

Mujer de labios pintados y manos de barro,

Mujer semilla.

Mujer de alma cansada y corazón de rama,

Junto al olivo yo te invoco,

Junto al árbol yo te llamo,

Mujer creadora…

Me dice que hay un video que le gusta mucho hecho por Ruralmur y aquí os lo comparto por si la queréis conocer mejor y escuchar de su propia voz, este poema al completo: https://www.youtube.com/watch?v=yay0CnamnHs

Se despide con la pena de no poder recoger la fruta, ahora es el momento para el aclareo, pero las lluvias torrenciales de estos días no le permiten hacerlo. Ella me dice que, aunque el tiempo no le esté permitiendo trabajar estos días, se levanta igualmente a las seis cada mañana. Yo se lo agradezco. Una mujer semilla tiene siempre mucho que sembrar y estoy segura de que, aunque muchas veces sea duro, los frutos de su trabajo son inmensos porque llegan hasta la raíz misma de la sociedad y son, a su vez, un impulso necesario para tantos cambios que aún están por hacerse realidad.

En Abarán, a 23 de marzo de 2022

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