Asociacionismo, vecindad, compartir, construir, luchar… Todos estos términos los conoce muy bien Encarna. Una maestra rural nacida en San José de la Montaña, Región de Murcia, una aldea peculiar con una historia detrás bastante colaborativa.
– Este pueblo lo hemos hecho nosotros. Aquí hubo una finca agrícola, la finca de La Tana. Los trabajadores que venían, entre ellos mi padre que era el responsable, se fueron haciendo sus casas alrededor del trabajo. Nuestros padres tuvieron que hacer la escuela para nosotros y entre todos, compraron un solar que ofrecieron al ayuntamiento para que hiciera la primera escuela patronal, que es la que hay actualmente. Se reunían en un bar, la Botera, y allí tomaban las decisiones. El ayuntamiento les proporcionó los materiales. Entre todos ellos, fueron construyendo casa a casa con sus propias manos. El que sabía de fontanería, hacía fontanería; el que sabía de ladrillos, ponía ladrillos… y los críos, pues les llevábamos torraos y cerveza para que se refrescaran.
– Claro, las personas que hemos nacido allí y sabemos como empezó esto, pues le tenemos mucho cariño. Nos implicamos en todo lo que podemos. A nuestros hijos hemos intentado transmitirles el espíritu comunitario con el que se creó todo, para que siga habiendo unión en el pueblo. Y hasta ahora, lo vamos consiguiendo.
En su pueblo me dice que está muy feliz. Algo forjado con ese espíritu comunitario, supone crear una empatía entre sus habitantes ya difícil de romper. Me cuenta que sus vecinos tienen siempre las puertas abiertas a las necesidades de los demás. En el día a día se encuentra cómoda porque, según me explica, le encanta ver el atardecer con esa luz anaranjada propia del sureste, el olor a pinos, la tranquilidad… Además, San José, a pesar de tener la longitud de una calle ubicada al lado del municipio de Los Garres, allí tiene todo lo que se pueda necesitar para cubrir las necesidades básicas…
– me gusta hacer la compra en el mercado de la calle semanal. Antes había muchos más puestos. Pero ahora la gente, o porque trabaja o porque le resulta más cómodo, va en coche a los grandes supermercados. Pero a mí, me gusta pasear por el mercado y aunque sean pocos puestos, son suficientes. Además sabes que compras producto local.
Como la inmensa mayoría de la población murciana, Encarna tiene un vínculo muy especial con el Mar Menor. Además de vínculo, también tiene una casa en Los Alcázares, zona costera donde surgió el movimiento de Banderas Negras y de recogida de firmas en el cual, como no podía ser de otra manera, estuvo y está muy implicada
– Hace 30 años nos bañábamos y siempre cerca de nosotras, encontrábamos caballitos de mar. A lo largo de este tiempo, hemos visto cómo el Mar Menor se ha ido deteriorando y cómo las distintas administraciones, no han hecho nada. Se van pasando la pelota de unos a otros y nadie hace nada. Unas cuantas vecinas, charlando en la orilla de la playa, empezamos a movilizarnos y hacer alguna manifestación con banderas negras, velas, hablando con otras personas.
–Al poco tiempo, Teresa Vicente (profesora titular de Filosofía del Derecho y directora de la Cátedra de Derechos Humanos y Derechos de la Naturaleza de la Universidad de Murcia) se pone en contacto con nosotras. Empezamos entonces también a reunirnos con el alcalde de Los Alcázares, Mario Cervera, que nos apoyó desde un principio y así empezó todo… en 2019 estábamos recogiendo firmas y hoy en 2022 tenemos la ILP aprobada. Estamos muy contentas.
Pero claro, todo esto no termina aquí. Ahora comienza una nueva andadura para el Mar Menor con su reconocimiento de personalidad jurídica propia, algo pionero en Europa. Con ello, Encarna y sus compañeras, también se han adaptado a la nueva etapa que ahora hay por delante…
– En el colectivo social de Banderas Negras, hemos creado Asociación Mar Menor, AMARME, para estar al loro de que todo se vaya haciendo bien. Para esta nueva etapa, hemos considerado que, si hay que denunciar cualquier cosa, tenemos más fuerza como asociación que si vamos a título individual.
Encarna y AMARME saben que no estarán solas. Que un nuevo camino se ha abierto. Algo que asociaciones, colectivos y personas a título individual que andamos implicadas en unas y otras cosas, agradecemos sinceramente a las que nos precedieron, por todo lo que nos han enseñado en esto del trabajo comunitario.