Ejercer la Medicina de Familia en el medio rural, es decir, en pueblos de unos 10.000 habitantes, cuenta con una serie de particularidades que no se dan en el medio urbano.
Si bien la serie: Doctor en Alaska (1990), nos acercó en la ficción algunas de ellas, la realidad es que, aquel planteamiento tan idílico – a pesar de las inconveniencias meteorológicas del frío pueblo de Cicely– dista bastante del día a día del profesional de la salud comunitaria. Para conocer este desempeño más a fondo, hoy entrevisto a Juan Barranco, médico en Exfiliana, un pueblo de 556 habitantes en la comarca de Guadix (Granada).
Cuándo estudiabas Medicina ¿tenías como objetivo ejercer en los pueblos?
Una vez que terminé Medicina, mi intención era especializarme en Cirugía. Me presenté al MIR y saqué plaza en Medicina de Familia. Hice mi residencia en Motril (Granada). Al terminar mi especialidad, decidí también formarme en Medicina Tropical. A pesar de ambas formaciones y de la experiencia que había acumulado, mi vocación era Familia.
Una serie de circunstancias personales, me llevaron a Santiago de la Espada (Jaén) en 2012. Allí empecé con un contrato muy precario pero, a la par, redescubrí la medicina comunitaria, con todo lo que implica ejercerla en un pueblo. Hace unos años me trasladé al consultorio de Exfiliana (Granada) y también paso consulta en el barrio de La Estación, en Guadix.
¿Y cuáles son esas implicaciones que comentas de ser profesional de la salud en el medio rural?
La figura del médico de familia generalista, está inspirado en el médico de familia británico. Un profesional polivalente, capacitado para aborda problemas de cualquier tipo. Con mi formación en Urgencias, tropicalista (lo cual en la práctica significa tener pocos medios para sacar a las personas enfermas adelante) y el hecho de contar con un cupo menor de pacientes que en la ciudad, me terminé de convencer para ejercer aquí.
Yo soy de pueblo, así es que para mí todo estaba dentro de lo reconocible, de lo natural. Sin embargo, quise ampliar mis conocimientos en un ámbito más específico y útil para el medio rural. Con este objetivo, me uní a asociaciones como EURIPA (European Rural and Isolated Practitioners Association/ Asociación Europea de Médicos Rurales en Zonas Despobladas) o semFYC ( Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria).
Con todo ello y viviendo en el pueblo, encontré una satisfacción profesional que hasta entonces no había tenido.
Satisfacción profesional ¡eso es un tesoro!
Sin duda. Lo más satisfactorio para mí, es precisamente establecer una relación a largo plazo con mis pacientes y dedicarles el tiempo que requieren. Al tener cupos más pequeños, la lista de espera es apenas inexistente. Me llega que en Granada ciudad hay médicos de familia con listas de espera de dos semanas y, en verano, se incrementa hasta el mes. Esto significa un continuo apremio para el profesional, estar constantemente intentando vaciar el océano a cucharadas.
Nuestro perfil de paciente habitual, es el de una persona mayor, con mayor carga de enfermedades y unas características socioeconómicas diferentes. Aunque todo esto pueda ser más complejo, la consulta sigue siendo más relajada que en el urbano. Yo llevo dos consultorios, no solo uno y, aun así, puedo permitirme el lujo de atender a mis pacientes con tiempo e incluso, a quien viene sin cita.
En los últimos años, se está reivindicando la medicina rural porque es un ámbito en el que todavía se puede ejercer de manera más personalizada. También se hace una labor de promoción de la salud a nivel comunitario.
El hecho de no tener un hospital cerca ¿os obliga a desarrollar una mayor capacidad de anticipación ante posibles complicaciones con los pacientes?
Se espera que seamos capaces de sacar adelante más cosas que otro médico que ejerce en la ciudad, eso es cierto. Ten en cuenta que no tenemos los mismos recursos y eso te fuerza a adquirir más capacidades.
Mi experiencia y mi percepción, es que las personas mayores prefieren que resuelvas los problemas en su lugar (en su casa, en su pueblo) y que no los mandes a otro sitio. Por este motivo, se nos plantea también el reto de resolver el mayor número de asuntos posibles sin que el paciente se tenga que desplazar. Creo que, precisamente esta pauta, es la filosofía originaria del médico de familia: ser polivalente y resolutivo en su entorno. En todo caso, más del 90-95% de casos que nos plantean los pacientes, los resolvemos en consulta.
Esa capacidad que comentas de sacar adelante diversas necesidades del paciente y disponer de más tiempo para su atención, supongo que de alguna manera influye en la relación que se establece…
La relación que pueda establecer un médico rural frente a otro urbano con sus pacientes, no debería diferir en mucho. Tampoco tendría que ser ni mejor ni peor. Lo que sí es cierto es que no todo el mundo vale para estar metido en la comunidad en la que atiendes. Hay gente que necesita más anonimato. De hecho, hay médicos rurales que no viven en el pueblo donde tienen la consulta porque directamente no quieren. Y no es malo, cada cual es como es.
La decisión de vivir en el mismo lugar donde trabajas es de cada persona. Todo tiene sus implicaciones a nivel personal y relacional. Sobre todo, se da un tema de conflicto de intereses. Me refiero al hecho de tener que representar de manera continuada un rol que, una persona que no vive en el mismo lugar en que trabaja, no tiene porqué representar permanentemente.
Por otra parte, los códigos de los pueblos son diferentes que en las ciudades. Yo soy de pueblo, me siento cómodo con ellos. Pero quizás un médico que ha nacido, vivido y estudiado en la ciudad, no los entiende como propios y eso puede generar extrañeza. Al final se trata de dinámicas. Aquí todo el mundo se conoce, hay vínculos de sangre muy fuertes, hay parentesco. Se establece una relación de cuidados más familiar. Desde un punto de vista cívico, en la ciudad todo es más formal que en el pueblo. El pueblo es más informal pero, a la vez, más próximo desde un punto de vista comunitario.
Eres parte del grupo asesor de EURIPA y miembro de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (semFIC), por tanto, interactúas e intercambias información a menudo con colegas ¿Cuáles son las demandas laborales más significativas dentro de tu sector?
La primero, el relevo generacional. Echamos de menos a gente más joven. Nos sentimos un tanto ignorados, tenemos poco reconocimiento académico. Quizás por ello falta gente joven con interés en ejercer en los pueblos.
Otra demanda, es la accesibilidad a la formación. Es cierto que, al menos en Andalucía, se hace un esfuerzo por una formación continua online, pero la calidad de la teleformación, no es la misma que la de un curso presencial. Nos encontramos alejados o muy alejados, de los núcleos urbanos donde se imparten cursos presenciales. Sería interesante buscar fórmulas para facilitarnos el acceso a estos recursos.
A nivel europeo, se da un problema muy extendido: la soledad. Ten en cuenta que hay quien trabaja en lugares muy despoblados y con una climatología extrema en ocasiones. Se intenta generar redes de encuentro entre médicos u otros profesionales que trabajan en estos territorios, pero hace falta más apoyo y ayuda administrativa para paliar la soledad.
Sin embargo, creo que todos los facultativos que trabajamos en lugares poco poblados, tenemos algo en común que supone una gran fortaleza: nos encanta trabajar en el pueblo, porque el territorio es importante para nosotros. Tenemos un vínculo emocional fuerte no solo con las personas, sino también con el paisaje donde trabajamos. Por supuesto hay una diversidad de contrastes enorme: alta montaña, páramos, meseta celtibérica, valles… y todos estos lugares, cuentan con sus propias demandas y peculiaridades. Al existir ese vínculo tan especial y apreciado con el entorno humano y territorial, nos supone un impulso, una fortaleza, una sensación de aquí me encuentro bien.
Me dejo en la recamara la curiosidad de saber si Juan conoce algún caso en que la práctica de la medicina comunitaria rural, se haya dejado seducir con la herbaria y otros remedios tradicionales que puedan sobrevivir en los pueblos. Me gustaría saber si algún profesional ha estudiado con más detenimiento las tradiciones locales de antaño desde su conocimiento científico. Juan me ofrece entonces ponerme en contacto con más profesionales rurales para seguir indagando en ésta y otras cuestiones, lo cual acepto de buen grado.
Nuestro médico rural ahora continúa su día retomando el proyecto de reformar su casa en el pueblo. Quiere hacerla más habitable y quizá, abrirla a más personas. Como puedo comprobar, sus planes en el pueblo, van más allá ejercer la medicina. Lo cual corrobora ese vínculo con el paisaje y con el paisanaje, del cual me hablaba.
Juan ha encontrado en su profesión una satisfacción vital que se nota no solo en el trato con sus paisanos y sus pacientes, sino también en su manera de comunicar. Me despido de él por hoy pero seguiremos en contacto. Quiero saber más de la práctica médica en el entorno rural e intuyo que a él no le importará contarme más cosas.