Desde el pueblo de Cabuérniga, Irene Atienza y Yoel Molina, adaptan jotas y tonadas a ritmos electrónicos. Dos artistas de ámbito internacional que, tras la pandemia, deciden volver a sus raíces e instalarse en el rural cántabro. Les hago esta entrevista mientras van de viaje a Madrid, para participar en la grabación de los Conciertos de Radio 3.
Ponerme un poco en contexto ¿Cómo y por qué surge CasaPalma?
Joel: Yo venía del jazz y era estrictamente guitarrista. Me dedicaba a hacer conciertos y a dar clases en Madrid. Anteriormente había estado viviendo en Amsterdam, Barcelona, Donosti… Mi formación siempre fue de jazz.
Durante la pandemia descubrí que me apetecía iniciar mi propio proyecto y sentía que la electrónica me llevaría a un lugar muy interesante. Así es que cuando el confinamiento se fue relajando y ya pudimos salir, decidí irme a un sitio remoto donde nadie me molestase para trabajar tranquilo y conectar con mis raíces, que era una de las búsquedas que tenía pendiente en mi vida. Estaba con esa inquietud y he aquí el origen de la mitad de CasaPalma.
Irene: Yo soy cantante. He pasado por varios proyectos siempre en el ámbito de la fusión, como música latinoamericana, el bolero, el flamenco. Después de diez años en Barcelona y otros diez en Brasil, con la pandemia, decido volver a Cantabria y me instalo en Cabuérniga. Después de tanto tiempo fuera, me vuelvo a encontrar con la música tradicional de mi pueblo, de mi región, y me entran muchas ganas de empezar con un proyecto donde cantar a mi propia raíz, después de haber cantado la raíz de tantos otros pueblos.
Entonces mi inquietud viene por aquí, de crear un proyecto nuevo con folclore y música tradicional. Cuando conozco a Joel, lo llevamos a cabo. Es la vida en el pueblo lo que nos ha hecho volver a nuestra raíz. CasaPalma surge de la inquietud de ambos en cuanto a esa búsqueda introspectiva del origen y qué significamos nosotros en el presente, con respecto al pasado.
¿Cómo definís Casa Palma?
Irene: Hacemos canción tradicional cántabra, desde una perspectiva contemporánea. Son canciones montañesas, que es como se llama la música tradicional de esta región. Es lo que se ha hecho siempre, pero adaptado a la realidad espacio-temporal presente.
En vuestros temas hay experimentación electrónica con la música de raíz, a la par que se utiliza una importante diversidad de instrumentación local. Imagino que es un proceso de creación que transita por muchos lugares antes de llegar a la composición final…
Joel: Gran parte de todo tiene que ver con samplear instrumentos. Yo utilizaba muchos recursos de discos o de extractos de plataformas como Youtube o Spotify, de diferentes artistas que son hitos del folklore y los sampleaba. Durante ese proceso, empezamos a contactar con músicos de folclore actual. El círculo empezó a expandirse y aparecieron un montón de instrumentistas, artistas y otros investigadores de toda este estilo. Todos ellos han contribuido de una u otra manera a la creación de lo que hacemos.
En marzo de 2023 estrenamos nuestro primer espectáculo en el Palacio de Festivales de Santander y en noviembre 2023 sacamos el primer trabajo: Montañesas. Quisimos celebrarlo invitando a los músicos que han participado en la creación de disco, también a bailadores. Siempre que hay posibilidad y que el escenario, el sitio o el presupuesto lo permite, nos gusta llevar a los bailadores porque ahí también se puede ver que las jotas que nosotros hacemos son perfectamente bailables. Es que la jota está pensada para el baile. Es muy bonito ver estos arreglos modernos con los bailadores tradicionales. Todo se acopla perfectamente.
En los últimos dos/tres años, el panorama de lo que se define como “nuevo folk rural”, está llegando a lugares que lo sacan de su habitual escena minoritaria (Rodrigo Cuevas, Baiuca, Tanxungueiras, El Naan y su última gira con Vetusta Morla…) ¿A qué creéis que se debe? ¿Puede que haya ido de la mano del movimiento reivindicativo España Vacíada y similar, o es algo que tiene más que ver con lo meramente artístico-musical?
Joel: Es una reivindicación natural. En España hemos mirado demasiado tiempo hacia fuera y hemos hecho country de tercera división, rock…músicas de fuera, adaptadas a nuestra versión y no siempre muy buena. Creo que ha habido un shock generalizado, un despertar común, de muchos artistas que estaban en otra y ahora están en ésta. Si quiero hacer algo bueno, tiene que ser algo mio. Nunca me voy a expresar con autoridad en el lenguaje de otros. Creo que más que un estilo es un movimiento y ha llegado para quedarse.
Por otra parte, hay mucho oportunismo. Mucha gente está intentando subirse al carro de una manera un poco eurovisiva. Creo que se nota mucho cuando una propuesta viene de una búsqueda genuina del folclore o por el contrario, de ese oportunismo. Al final el tiempo acabará filtrando pues si algo no es auténtico, acaba cayendo por sí solo.
Irene: Nosotros vivimos en un pueblo de 80 habitantes, en una comarca que no llega a los 800 y tenemos vecinos mayores que, al escuchar nuestra música, nos dan su feedback. Convivimos mucho con todos nuestros vecinos y participamos de las cosas culturales que pasan en nuestro pueblo. Creo que eso, vivir en, y desde, el pueblo, le da un carácter diferente a lo que hacemos o, por lo menos, una especie de validación que es bastante especial y genuina.
¿Cómo sentís la acogida en vuestros directos?
Joel: Muy buena. La gente no sabe muy bien que esperar cuando hablamos del folklore de Cantabria porque es algo muy desconocido, el folklore en general lo es. Se sorprenden de que haya jotas y jotas hay en toda la península ibérica, es la música que vertebra el país. Somos muy desconocedores de nuestro propio folklore. Es muy bonito ver cómo la gente se sorprende al descubrir algo que ya estaba ahí. Había que enseñarlo de una manera que apeteciera mirarlo.
Irene: Una de las cosas que nos han dicho personas de entre veinte y treinta años, es que por primera vez se han identificado con el cancionero de Cantabria, porque antes lo consideraban una cosa antigua. Nos ha pasado que nos han dado las gracias porque ahora sienten que también es suyo, que tienen algo a lo que pertenecer musical y geográficamente. Esta es de las cosas más bonitas que nos ha pasado con el proyecto.
El disco de CasaPalma, Montañesas, está disponible en todas las plataformas de distribución de música ( Spotify, Youtube…) Para más información, se puede visitar su página web y redes sociales.