Juanjo Manzano, cofundador y director general de AlmaNatura. Arroyomolinos de León (Huelva)

Jun 25, 2024 | Paisanajes

Carmen Díaz-Beyá

Carmen Díaz-Beyá

25 de junio de 2024

Las personas que nos dedicamos a la divulgación del medio rural, en ocasiones, sentimos reparos a la hora de poner sobre la mesa ciertos asuntos que sean contrarios a la imagen positiva que, por otra parte, intentamos reforzar. Sin embargo, tanto mi paisanaje de hoy, Juanjo Manzano, cofundador y director general de AlmaNatura, como yo misma, creemos que es necesario hablar de algunos aspectos, siempre desde el cariño y el respeto, que suelen repetirse como parte de la idiosincrasia de los pueblos. 

Cada municipio es un mundo y, por tanto, aquí no valen las generalizaciones. En los últimos años, hemos conocido muchos “despertares” locales. Poblaciones donde tanto los habitantes, como sus gestores públicos, han decidido dedicar una parte de su esfuerzo en hacer cambios innovadores, en darse a conocer y en apostar por su historia y su cultura. En otros pueblos, sin embargo, o bien por falta de iniciativa, por carencia de medios o por simple dejadez, parece que el tiempo no haya pasado.

Empiezo esta entrevista con un guion preparado, pero me dura muy poco. Una vez que Juanjo comienza a hablar, cierro la libreta y me dejo llevar

Últimamente analizando nuestra historia, he llegado a la conclusión de que hay muchos tipos de ruralidad. Me refiero a que, si no te gusta emborracharte, si no te gustan las romerías y, por el contrario, necesitas actividades culturales y diversidad a tu alrededor, en muchas ocasiones, vas a tener un encaje difícil en el rural.

Cuando yo era joven, no tenía encaje en una sociedad en la que, si bebes alcohol, eres aceptado, y si no, no lo eres. Somos seres sociales por naturaleza y necesitamos encajar. Así es que AlmaNatura, surgió buscando ese lugar que alguna gente joven del pueblo, como yo mismo, necesitábamos encontrar como espacio de seguridad. 

Como espacio de seguridad… ¿Puedes ponerme un ejemplo más concreto?

Sí claro. Recuerdo a un joven participante de nuestras actividades que decía: ‘Juanjo, nunca te lo dije, pero empecé a venir a AlmaNatura porque aquí, me siento seguro. Yo soy homosexual y en mi pueblo no lo pasé bien. Me tuve que marchar a la ciudad para no sentirme tan observado, para poder ser más libre, más yo…’ A esto me refiero con los espacios de seguridad. En el mundo rural son muy necesarios. Y esto no depende solo de tu condición u orientación sexual. Son lugares esenciales para quienes no terminamos de encajar ni en el bar del pueblo, ni en ciertas maneras de pensar o de actuar.

Me gusta que haya salido este tema. Lo típico es hablar de que la falta de empleo, es el único o principal motivo, de que la gente se marche.

Pero hay muchos otros motivos, más emocionales, por los que también la gente se va. Mucha gente se marcha de los pueblos porque no encuentra su sitio. Los pueblos son disparadores de personas que no se sienten protegidas ni realizadas en su entorno.

Una cosa es venir para las fiestas del pueblo o algunos fines de semana, y otra muy diferente, vivir en el medio rural de manera permanente. Este espacio seguro de AlmaNatura, aquí en Arroyomolinos de León, es algo super importante porque a veces, el pueblo, es difícil.

En esta entrevista, es la primera vez que introduzco esta cuestión en mi argumentario. Considero que es importante ir más allá. Si no estás bien en tu entorno o te sientes rechazado, tienes tres opciones: o te deprimes o te marchas o introduces un cambio. No nos engañemos, el rural sigue siendo un lugar muy masculinizado. Hay poca preparación, empatía y sensibilidad hacia lo diverso. Hoy en día, tengo amigos que solo vienen por aquí en navidad o en el cumpleaños de su madre. Vamos, que aparecen lo justito.

Acabamos de abrir un melón interesante, del cual no se habla demasiado. Quizás bastante problemática tiene ya el rural, para poner estos asuntos sobre la mesa ¿no crees?

Aquí no estamos diciendo que la gente de pueblo sea difícil de tratar, ni infravalorando todos los esfuerzos y los cambios que se están haciendo desde hace años. Muchos de ellos, provenientes de la misma población o de algunos pocos ayuntamientos. Lo que decimos es que, en términos generales, sigue siendo una sociedad cerrada con miedo a lo diverso. Y precisamente es la falta de diversidad lo que provoca ese estancamiento. ¡Ojo, no en todos los sitios! pero quizás sí en los suficientes para que no se avance al ritmo que se debería.

Hay alcaldes y alcaldesas muy potentes. Pero para dar con ellos, aún hoy, hay que pisar muchos pueblos. Lo cual no deja de ser una gran paradoja cuando ésa es la gente que se dedica a gestionar el dinero público de sus vecinos.

Estoy de acuerdo en que, en los espacios pequeños, es más perceptible aquello de no fallar al clan familiar. Quizás aquí cuesta más salirse de la norma y apostar por lo que sientes, aunque sea diferente a lo común, a lo que siempre ha sido…

En el rural, hay muchos hijos que sienten que, si piensan diferente o son diferentes a lo que siempre ha sido «normal» en su familia, le están fallando al clan familiar. Lo cual, no es incompatible con que los padres, en estos tiempos, quieran que estudies y encuentres un futuro en la ciudad.

Por ejemplo, recuerdo una chica de un pueblo de Zaragoza, se fue a la capital a estudiar derecho. Después de graduarse y ejercer unos años, decidió que iba a montar un despacho en su pueblo para dar servicio a su comarca. La respuesta que recibió por parte de su familia fue el rechazo a su idea, hasta el punto de generarle un sentimiento de culpa. Pero, precisamente esa chica, como tantos otros casos de gente que decide volver, es un elemento clave de renovación para el rural. Se fue y ahora vuelve al pueblo porque quiere, pero para hacerlo a su manera.

Posiblemente esos padres, si hubieran tenido otra oportunidad, no estarían en el pueblo. “No se entiende cómo hay gente que estudia y vuelve al pueblo” podrían pensar. Y esto es tremendo porque lo que nos dice es que hay más gente de la que pensamos, que estaría dispuesta a marcharse.

Poniéndonos a nosotros mismos como ejemplo, hay personas que vienen a nuestro espacio y nos dicen: ‘esto es maravilloso, solo tiene una pega, que está en Arroyo y no está en Sevilla’ Según ellos, la pega es que no está en la ciudad ¡Y esto lo dice gente autóctona, local! Detrás de esta afirmación hay un sentimiento de que su pueblo no vale. Este es el problema. Al final, acabas teniendo que abrir otros horizontes, porque la propia gente de tu entorno, a veces, no lo ve.

Entonces ¿a qué nos referimos cuando decimos eso de no perder las costumbres rurales?

Es importante modernizar lo tradicional. Hacer más atractivo lo que se ha hecho siempre. En este sentido, a veces parece que o todo blanco, o todo negro, como si no existieran términos intermedios. Ese discurso de ‘esto se hizo así de toda la vida y así se tiene que mantener’, no me vale. Que todo siga igual, puede generar rechazo. Solo conseguiremos arraigo, si actualizamos. Creo que esta es la manera de que la gente joven se sienta atraída por lo tradicional, como por ejemplo hace Rodrigo Cuevas con la música asturiana. Solo actualizando la tradición, conseguiremos que no se pierda.

En otro orden de asuntos, hay mucho titular tipo: “el pueblo que te da casa y un sueldo de X euros por venirte a vivir”, y esto no es cierto ¿Habéis tenido casos de personas que quieren ir a Arroyomolinos confundidas con todas estas falsas promociones?

Muchas. Hemos tenido hasta que cambiar el sistema de comunicación externo debido a que no podíamos atender a tantas llamadas de teléfono. Hay personas que, por las circunstancias que sean, ven el rural como una oportunidad para sus vidas. Nosotros hemos tenido casos de gente separada, sin hijos o con hijos independizados, otros que han sufrido un ERTE y rondan los cincuenta largos, y que escuchan esa noticia y piensan ‘¡esta es mi oportunidad! Me voy al rural y empiezo de nuevo. No, si yo necesito muy poco’. Vale, pero por poco que necesites, paga móvil, comida, luz… por poco que sea, 500 euros al mes los necesitas. Entonces cuando ven que la realidad es otra, arremeten contra las organizaciones o los ayuntamientos que hacen de intermediarios.

Yo siempre digo que, si quieres venir con una idea de negocio bien creada y unos mínimos ingresos o ahorros, genial, te echaremos una mano en lo que podamos. Pero si eso no existe, no vengas, porque nosotros no podemos resolverte la vida.

Además de estos titulares llamativos que no son reales ¿puede haber también algo de idealización por parte de los potenciales nuevos pobladores?

Nosotros tenemos nuevos pobladores a través del proyecto Holapueblo, algunos llevan más de 4 años e incluso han comprado vivienda. Pero todo esto puede darse por una confluencia de condiciones: alcaldes que están motivados y sensibilizados con los nuevos pobladores, nuevos pobladores con proyectos de vida planificados y rentables y, también, una adaptabilidad en ambas direcciones, tanto del nuevo poblador al entorno-vecinos, como de éstos al nuevo poblador. Si toda esa serie de condiciones no existe, es difícil que las personas se puedan adaptar a un rural que es nuevo para ellas.

Yo soy muy crítico con los programas de repoblación sin la figura de un traductor cultural. Es una persona realmente necesaria para la adaptación a un nuevo medio.

Claro, es que a la hora de empezar un proyecto en el medio rural, no solo es necesaria una adaptación en lo puramente material, sino también en lo emocional. Se trata de integrarte en un nuevo contexto social.

Por eso es fundamental el traductor cultural. Muy poca gente habla de estas cosas porque hay miedo a generar una corriente negativa. Me refiero a provocar que los pueblos vayan incluso a peor. Pero cada cosa hay que ponerla en su contexto y ya es hora de sacar ciertos temas y hablarlos. Es la única manera que tenemos de curarlos.

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